martes, 25 de octubre de 2011

El Proceso de tutoría en el Centro de Escritura Javeriano

La escritura es un proceso en constante evolución que ha estado presente en todos los momentos de la historia de la humanidad.  Desde tiempos remotos, los humanos se han comunicado de forma escrita con jeroglíficos y símbolos, los cuales han permitido conocer y enriquecer la historia en nuestros días.  En la actualidad, la comunicación escrita sigue presentando grandes avances y ha cobrado una gran importancia gracias al constante uso que se le da con las Tecnologías de la Información y Comunicación.
La comunicación oral está sometida a la fugacidad del momento, por lo que la misión de la escritura la complementa, al poder conservar la palabra. A partir de esto, se puede deducir que la función de la escritura es darle habla al locutor ausente y buscar la prolongación de su mensaje más allá del eco físico. (Calvet, 2007, p.14)

De aquí se desprende la importancia de realizar un buen ejercicio de escritura, e ínsita en ella, está la importancia que tienen los Tutores de los Centros de Escritura, cuya misión se radica en formar buenos escritores, que logren hacer buenos escritos. En el proceso de formación como Tutor del Centro de Escritura, surgen preguntas sobre la decisión de ser tutor, cómo llegar a ser un buen tutor y cómo afrontar las diferentes situaciones que se presenten en una tutoría.  Algunas de estas no son respondidas, por lo que resulta pertinente hacer un análisis reflexivo partiendo de las experiencias vividas en el proceso de formación, con el objetivo de determinar si el estudiante en formación tiene actitudes y  aptitudes para ser tutor; y qué tipo de tutor podría ser.
A partir de las actividades realizadas durante el curso de formación, se puede realizar una reflexión que ayude  a responder las preguntas planteadas anteriormente.  En primer lugar, puedo decir que llegar a ser tutor del centro de escritura es un honor y una gran oportunidad, teniendo en cuenta que, además de poner en práctica los principios javerianos, con cada tutoría aprenderé algo nuevo, lo que será enriquecedor para mi formación general y de la misma manera aspiro  a que mi labor en el centro de escritura sea activa y acorde con las necesidades de la comunidad en general.
Basándome en la actividad de juego de roles, pude confirmar, a partir del formato de observación de tutorías y la retroalimentación hecha en clase, que como anfitriona propendo para que la persona se sienta cómoda y lograr un ambiente propicio para desarrollar la monitoria.  Cabe resaltar también que dentro de la actividad se mostraron diferentes tipos de estudiantes que asisten a las tutorías, para lo cual puedo decir que soy una persona paciente y trato de ser lo más diplomática posible, por lo que considero que podría sacar adelante una tutoría de un estudiante con una actitud extrema.
De igual manera, en el juego de roles me pude dar cuenta que al no tener un conocimiento preciso sobre un tema específico, puedo paralizarme y no saber cómo intervenir directamente en el texto.  Sin embargo, en mi práctica de tutoría pude darme cuenta que, a pesar del miedo que produce la responsabilidad del trabajo de tutoría, logré tener una buena interacción con los estudiantes buscando siempre cumplir el objetivo de hacer mejores escritores y pudimos lograr un buen ejercicio de tutoría.
En conclusión, a partir de lo señalado puedo decir que la mayoría de conflictos con los que un tutor se puede encontrar son subsanables y con el tiempo, el tutor se va haciendo más experto.  Textos amplios, desconocimiento de un tema de consulta y una actitud irreverente son los principales miedos a los que me enfrentaría como tutora, pero puedo decir que dichos miedos pueden ser superados gracias a una actitud positiva y generando un ambiente propicio para la consecución de la monitoria